Si fueran los hombres quienes han tenido su cuerpo colonizado durante siglos, quienes llevan un bebé dentro de ellos y a quienes su vida se les da la vuelta como un calcetín al tener un hijo/a, para mí sería evidente que debo respetar la decisión que tomaran con respecto a tenerlo o no. EVIDENTE con mayúsculas. Y sin peros.
Por ello, cuando oigo –en varias ocasiones- en estos días “estoy a favor del aborto, pero… ¡los hombres también tenemos algo que decir sobre los embarazos!” constato que esa colonización sobre los cuerpos de las mujeres ni de lejos ha llegado a su fin. Por ello, creo que es clave volver a hacer pedagogía, una y mil veces, y explicar qué significa esta afirmación rotunda que hoy, de nuevo, reivindicamos las mujeres: MI CUERPO ES MÍO.
Porque, al margen de los ultraconservadores de turno cuya opinión no sorprende por ser la misma desde siglos ha, me sorprende infinitamente cómo ciertos hombres “modernos”, comprometidos, inteligentes y supuestamente abiertos perciban la afirmación MI CUERPO ES MÍO como una exclusión o una agresión contra ellos y no como un derecho inherente al ser humano. Claro, imagino que supone una pérdida de poder.
Cuando las mujeres decimos “mi cuerpo es mío” la traducción es exactamente “mi cuerpo es mío como el tuyo es tuyo, y como tal decidiré qué hacer con él al igual que tú lo haces”. Entender eso es propio de seres humanos que, siendo diferentes y diversxs, se tratan desde una igualdad y un respeto. No entenderlo es pretender que la colonización del cuerpo de las mujeres se perpetúe en el tiempo, que su cuerpo y decisiones sigan en manos de otros, aunque nos pongamos un disfraz del siglo XXI.
En mi opinión, en TODOS los casos en que una mujer se quede embarazada, es ella quien debe decidir si tener ese bebé o no. Partiendo de esa premisa, añado que es clave no simplificar ni pretender que sólo existe una casuística en torno al tener hijxs o no. Las cosas no son blancas o negras, hay muchos matices de gris y esto siempre es bueno recordarlo para no caer en dogmas ni en frases hechas repetidas hasta la extenuación. Defender la afirmación MI CUERPO ES MÍO no excluye que, por ejemplo, en una pareja estable que se quiere y respeta, y ante un embarazo no previsto, se hable entre los dos sobre qué decisión tomar, aunque sea la mujer embarazada quien deba decidir finalmente si tenerlo o no.
Es clave que los hombres se comprometan con los embarazos, partos, crianza y educación de las criaturas: me parece condición sine qua non para que esta sociedad patriarcal y de roles estáticos y castradores comience a ser más habitable y humana. Y sé de buena tinta que hay hombres que quieren ocupar ese espacio, que las mujeres hemos de permitirnos compartir (llevamos mucha sociocultura encima, compañeras… que nos susurra al oído «mala madres» si no nos ocupamos de todo, todito, todo lo relativo a los cuidados).
Pero hay muchos casos en los que el embarazo no es cosa de dos, salvo a nivel biológico: historias de una noche, parejas donde él no quiere hacerse cargo, violaciones dentro o fuera de la pareja, etc. Esos embarazos, reitero, no son cosa de dos, son un gran contratiempo no compartido del que se hace cargo la mujer.
Y bastante es que nos toque abortar, o tomar la pastilla del día después y su correspondiente bomba hormonal, o aguantar, en tantas ocasiones, la cantinela de “no quiero usar condón, es que no me gusta, es que no se me levanta, es que es tan rico…”, lo cual, sí, también es violencia machista. ¿Acaso estoy hablando de algo que no os resulte cercano? El sexo puede ser cosa de dos, pero todxs sabemos de sobra que el embarazo no lo es en muchos casos. Y lo increíble es que la victimaria, la asesina, acaba siendo a ojos de la opinión publica la mujer, por acabar matando una vida al decidir abortar. ¿De qué nivel de cinismo estamos hablando?
Hay muchas razones por las que una mujer no quiere tener un hijo: porque no lo puede mantener (ella o ella con su pareja), porque viene con alguna enfermedad, o porque, sencillamente, no encaja en su vida. ¿Por qué cuesta tanto aceptar esto? NO quiere ser madre. Y es legítimo que no lo sea si no lo desea. Es SU decisión. Un hijo no es una broma, es una gran responsabilidad de por vida, que una ha de querer y poder asumir y vivir.
No nos pongamos una venda en los ojos. No es lo mismo tener un hijo para una mujer que para un hombre. No le cambia su vida al mismo nivel ni de lejos. Por ello, sabiendo como sabemos que aún es mayoritariamente la mujer quien se hace cargo de lxs hijxs en esta sociedad, la que pierde trabajos por estar embarazada o querer estarlo, la que ve muy complicado ascender en su trabajo si es madre, la que se siente culpable si teniendo hijos invierte más horas “de las debidas” en su trabajo o en ella misma, la que ve reducido sustancialmente o anulado su tiempo para ella……. ¿quién puede atreverse a decirle cómo enfocar su vida, si tener hijos o no? Debe ser algo voluntario y deseado. No me imagino la angustia que debe de suponer tener un hijo que no desees o que no puedas mantener; o tener que renunciar a tu vida como la conocías sin desear pasar a esa otra etapa, amén de que a nivel energético dudo que a ese bebé se le transmita algo positivo, o al menos algo exento de rabia y frustración.
No tiene, asimismo, ninguna legitimidad el argumento vacío y represor de “pues no haber tenido sexo”. Señores, dejémonos de nuevo de cinismos: aquí todo quisqui lo tiene, con crucifijo en la pared del salón y sin él. Faltaría más que en pleno siglo XXI nos fuéramos a escandalizar por tener sexo, como en el franquismo.
Podría seguir con mil argumentos más contra la penalización del aborto y el control del cuerpo de las mujeres, que se quedarían huérfanos si obvio el fundamental. Con esta ley del aborto, las mujeres perdemos la propiedad de nuestro cuerpo, nuestro derecho a decidir, a ser personas autónomas, como lo son los hombres a la hora de tomar sus decisiones. Se nos tilda de niñas, de infantiles, de seres necesitados de protección, incapaces de reflexionar, o tomar decisiones desde la responsabilidad y la libertad. ¿Cómo alguien, tan modernos que somos, se atreve a decir que en esta sociedad hay igualdad entre mujeres y hombres? Qué atrevimiento.
Nuestros derechos sexuales y reproductivos desaparecen (el derecho de decidir de manera libre y responsable sobre mi cuerpo; el derecho a elegir si quiero ser madre o no; el poder decidir cuántxs hijxs quiero tener y cuándo quiero tenerlos; el tener garantizado el acceso a anticonceptivos y a información sexual clara y adaptada a cada edad…..).
Éste es nuestro cuerpo, el de nuestras hijas, nuestras amigas, nuestras madres, nuestras compañeras. Y lo vamos a defender. Ya han sido demasiados siglos de colonización. Se trata de nuestra vida ¿entendéis? De lo que elijamos hacer con ella. Y sería buenísimo que la sociedad, y más quienes sois nuestros amigos, familiares y compañeros de vida nos apoyarais en esta lucha por algo tan básico como los derechos humanos de las mujeres.
Ningún cura, ni político, ni visionario del tres al cuarto, pero tampoco ningún hombre de a pie, ni nuestros hermanos, amigos, padres o parejas, pueden obligarnos, ni siquiera sugerirnos tener sexo si no queremos, o no tener sexo, vestirnos de esta manera o de la otra, embarazarnos, y mucho menos parir y criar a un hijo, a costa de todo y venga como venga.
Sobre qué hacer con nuestro cuerpo no hay discusión posible, como no la hay sobre el vuestro.