“Uff. No, no, qué dices, sólo estoy pasando una mala época, eh, pero que yo no estoy loca, ni enferma, ni nada de eso, yo no necesito ir a un “psicoloco” de esos, ni a una coach…. Yo sola, solita puedo….”
¿Os suena? Pues si vuestra respuesta es sí… que sepáis hoy intentaré desmontaros algunos falsos mitos que aún existen sobre las personas que hacen un proceso terapeútico o de crecimiento personal (llámese terapia, o coaching, o psicoterapia).
Aunque cada vez está más normalizado el hecho de implicarse en un proceso terapéutico, aún hay personas con que tienen variadas resistencias frente a la idea de “ir a terapia”, “hacer un proceso de Coaching” o de pedir ayuda a terceras personas sobre su vida privada.
Revisemos algunos de estos mitos y miedos:
MITO 1. Los procesos terapéuticos son para personas con problemas: “eso es cosa de locos/as, de personas desequilibradas”
¿Personas con “problemas”? ¿Y quién no los tiene, en mayor o menor medida, en algún momento de su vida? Hey, ¡que lo que vemos en facebook no es la vida real! Es genial poner las fotos de fiesta con los amigos y amigas, también los viajes y los abrazos, pero no deja de ser una parte sesgada de la realidad de cada cual.
Todo el común de los mortales tiene, además de sus luces, sus sombras. De hecho, estas «sombras», problemas, dudas o inseguridades no convierten a la persona en una loca. Simplemente la hacen persona.
Opino que, en general, no se nos enseña desde pequeñitas/os educación emocional, o no la suficiente: resolución de conflictos, comunicación asertiva, capacidad de trabajo en equipo, empatía, identificación y gestión de nuestras emociones… es decir, habilidades y recursos sumamente útiles para hacer de nuestra vida cotidiana un espacio más pleno, tranquilo, feliz y que nos realice. Eso y no una batalla continua.
Creo que la vida es compleja y no nacemos con un manual de instrucciones bajo el brazo. Todas las personas, al margen de dónde hayamos nacido, o cuánta “suerte” hayamos tenido en los distintos ámbitos de nuestra vida, tenemos épocas más claras, otras en las que nos sentimos perdidas, momentos de estabilidad y momentos de tristeza y desestabilidad. Y tenemos el derecho de sentirnos acompañadas en momentos en los que, por muy fuertes que seamos, no podemos solas.
Por eso creo, y mucho, en los procesos terapéuticos, en este caso de Coaching y PNL. Suman, nunca restan. Y son beneficiosos para todo tipo de personas.
Son enriquecedores, te ayudan a identificar tus emociones y gestionarlas, a conocer mejor tus maneras de funcionar, tus valores, aquello que te hace infeliz y aquello con lo que vibras; además de reforzar tu autoestima y darte el empujón para conseguir tus objetivos.
Así que de locos nada. Personas, no más.
MITO 2. La gente que va a Coaching está fatal, y yo todavía puedo aguantar.
No hace falta esperar a estar “fatal” para hacer un proceso terapeútico. Al igual que no hace falta esperar a tener la espalda llena de contracturas para cuidar la postura, ir a nadar o a hacerse un masaje. No se trata de aguantar y aguantar hasta que nuestro cuerpo reacciona con ataques de ansiedad, o con una tristeza desmesurada, o con una desgana terrible…
Es muuuuy sano aceptar que no siempre sabemos o podemos hacer frente a ciertas situaciones, dificultades u obstáculos (internos o externos) que nos limitan en la vida.
Y es muuuuuuy sano también aceptarnos vulnerables, que no débiles. Y descargar todo el peso que nos supone creer que siempre podemos con todo y, es más, ¡que debemos poder! (ayyy, esa autoexigencia…)
Si en alguna temporada de tu vida sientes que no puedes con todo, o que no sabes cómo hacerlo, un acompañamiento profesional te puede ayudar a ver las cosas de manera diferente. Te puede proporcionar nuevas opciones y herramientas, recordarte tus recursos, facilitarte que aprendas a escucharte y a saber qué necesitas y darte el impulso para que vayas a por ello.
MITO 3. Las terapias siempre son muy largas y muy caras…. No tengo ni tiempo ni dinero para apostar por ello.
No todas las terapias son largas y caras. De hecho, los procesos de Coaching se caracterizan por ser procesos cortos y eficientes. Siempre digo que si la persona está abierta y comprometida con su proceso de cambio, conseguirá lo que se propone.
Y con respecto al coste, I got life! tiene la filosofía de que la salud y el bienestar emocional es un derecho de todas las personas. Se ha procurado, por ello, establecer un precio razonable para que el dinero no sea un impedimento, así como una tarifa especial para personas paradas y estudiantes.
MITO 4. Yo no quiero que nadie me diga lo que tengo que hacer o me juzgue.
En Coaching, nadie te dice qué tienes que hacer. Y mucho menos te juzga. De hecho, algo que me encanta de la filosofía del Coaching es que no es una disciplina directiva ni moralista.
Cree que la persona es quien mejor sabe qué le conviene y se limita a acompañarla para que ese camino sea lo mejor posible, para que descubra su potencial, sus recursos; para que afronte sus miedos, conecte con sus valores y se supere.
La persona decide. Decide el qué, el cómo, el cuándo y el hasta dónde.
Para mí, eso son la libertad y la responsabilidad –dos caras de una misma moneda-: que las personas recuperemos las riendas de nuestra vida, que decidamos dónde, cuándo y con quién elegimos estar, que devolvamos nuestra mirada hacia nosotros/as mismos/as.
MITO 5. Si hago un proceso de Coaching, mostraré hacia fuera que soy una persona débil.
Apostar por hacer un proceso de Coaching no es mostrarte débil. Muy al contrario, es ser fuerte y valiente. Es querer mejorar, superarse, no resignarse ni victimizarse, es apostar por ser, en definitiva, más feliz y consciente.
Supone reconocer que la vulnerabilidad es propia del ser humano, pero que, como persona adulta que soy, me hago cargo de ella. Para mí, siempre merece un BRAVO.
MITO 6. Me da miedo que desencadene algo incontrolable dentro de mí, que me supere…
El miedo a enfrentarse a los “fantasmas” de uno/a mismo/a es normal. Comenzar un proceso de Coaching supone salir de nuestra “zona de confort”, atrevernos a investigar más allá de nuestras fronteras habituales. Y esto trae incertidumbre.
Pero el miedo, ese miedo al que otorgamos a veces un tamaño desproporcionado, no existe: no es más que una fantasía, una anticipación del futuro, que no ha llegado ni sabemos en qué forma llegará, así que tampoco es real….
En un proceso de Coaching se trabaja desde los recursos y las partes luminosas de la persona, para caminar hacia aquello que SÍ quiere y donde sí fluye.
Y el acompañamiento de la coach es fiel y experimentado, para ayudar a transitar los cambios y ¡llegar a una vida que aporta energía y no que la resta!